miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Cuándo la poesía dejó de ser poesía?

Aquellos que escaparon al desánimo
malviven construyendo madrugadas.
La musa de los cuentos inconclusos
vuela otra vez en jaulas trasnochadas.
 
Cabello otrora rubio, uniformado,
en tiempos luz del alba, sinfonía
perfectamente fiel, sin desencuentros,
pues de la perfección no se salía.
 
Y viendo que hoy sucumben al abismo
de alguna que otra estela enmarañada,
me queda emprender, solo, nueva búsqueda
de este rigor del alma encadenada.

martes, 26 de febrero de 2013

Un niño juega en un parque

Un niño juega en un parque,
fugaz. Fugaz y discreto
como el lucero del alba,
lejos de verse obsoleto.
Y dondequiera que embarque
su volición por bandera,
su risa eterna, tez malva
y su rubia enredadera.
 
Ser efímero y eterno,
lego en el desasosiego,
experto despreocupado,
de dolores y odios ciego,
¡para ti nunca hay invierno!
No haces mal, tú nunca lloras
pues careces de pasado:
tus recuerdos, tus auroras.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Tal vez...

No se si me recuerdas al pasado
o soy la luz de un astro que, apagado,
no encuentra quien le de renacimiento,
porque quiero sentir y ya no siento.
 
Tal vez, si no te hubiese conocido,
no entendería nunca lo vivido;
no lloraría lágrimas marchitas
ni gritaría frases nunca escritas.
 
Tal vez es que me gustas, lo sospecho,
pero mi corazón no da derecho.
Se mantiene aprensivo, receloso,
cuando antes era afable y dadivoso.
 
Yo, que di tanto por otros amores,
¿he de sufrir por siempre estos dolores?
¡Que mi sombra se aparte urgentemente
pues creo que he tenido suficiente!
 
Tal vez nunca me atreva a reclamarte
o nunca te presente mi estandarte
como otras veces hice, y de recuerdo
no me quedó otro horror que un desacuerdo.
 
Tal vez ya nunca pueda reponerme
o tú no exhales éxtasis al verme…
Si mi alma ya no sabe si respira,
¿no deseará soñar una mentira?

domingo, 10 de febrero de 2013

Cada ósculo ruge urgente

Aunque no sepa si existes
o si existo yo siquiera,
aunque el muro no lo fuera
y vistiera mis despistes,
aunque sigas eludiendo
desplegar tu verborrea;
aunque ya nadie me lea,
mi promesa estoy cumpliendo.
 
Me disfrazo de sonrisas
aunque tus recuerdos pesan
y, al instante, me embelesan
caricaturas precisas.
Una burla, un mentidero
que fomenta nuevas quejas;
niñas, jóvenes y viejas…
no son tú. Yo no las quiero.
 
¿No es fatal, hoy, mi castigo?
Expulsado de mi tierra,
ni verdugo en nuestra guerra
ni una víctima, ni amigo,
ni siquiera indiferente,
pues no se si estás contenta,
triste o muerta, y esta afrenta
duele, y yo sin confidente.
 
¡Es tan duro despertarse
cuando el corazón anhela
lágrimas de una candela
y no hay nada a qué aferrarse!
Si no hay lícita reunión
dame al menos una prueba,
no permitas que me llueva
y repón mi corazón.

martes, 5 de febrero de 2013

Mi camarera

¡Cómo devengas, mágica, tus fueros!
¡Qué irremisibles siento tus poderes!
No bregas por mandato si no quieres
ni enhebras tus asertos verdaderos.
 
Percutes con tus ecos placenteros
el verbo que sacuden otros seres
vertiendo así tu luz de pareceres.
Día tras día, pasan los febreros.
 
Envuelta en merodeos accesorios
no hay hueco para quejas ni reproches,
partícipe quizás de otros jolgorios.
 
Disfrazas de adalides a fantoches
vendiendo sentimientos ilusorios.
Día tras día, tristes son tus noches.

sábado, 2 de febrero de 2013

Mirar a las estrellas

La vehemencia no siempre me conturba. Mi mente no vaga demente continuamente, tal vez en cierto momento cuando, incierto, lento, acierto a dejarme llevar por la defenestración y el rubor. Aunque cada vez me pasa menos. ¿Será el fin de mis reflexiones? Lo dudo mucho; mi cabeza se carga de abrojos continuamente. Por eso es bueno evadirse de vez en cuando y mirar a las estrellas.
 
Es muy sencillo. Hay que apuntar hacia arriba, más allá de zaguanes, balaustradas y techumbres. Hay que sobrepasar troposferas, estratosferas, mesosferas y demás “feras”. Hay que dejar atrás satélites, asteroides y planetas, incluso nuestro querido Sol (¿qué sería de nosotros sin ti?). Y mucho más allá, pero no tan lejos como los límites de la estupidez humana, están las estrellas. Pequeños haces de luz que, desde el suelo, se tapan con la sombra de una sombra. ¿Lo tenemos? Bien. Ahora yo pregunto: enmarcados en esa escala de la existencia, ¿aún te preocupa el dinero? ¿Te molesta una mala palabra de un congénere? ¿Sigues preocupándote por conseguir ese “algo” que, una vez logrado, no saciará tu ardor? En serio, ¿te crees que “mañana” serás feliz? Voy a regalar una palabra a quien la quiera: AHORA.
 
Ahora es el momento. Salvo que estés parado en un semáforo. Ahí vas a tener que esperar a que se ponga verde. En cualquier otro caso… ahora. Ahora se presenta la oportunidad para darte cuenta de que eres insignificante, de que todos tus éxitos serán olvidados, de que por cada sonrisa que recibas tendrás que contemplar cien miradas de odio, de descubrir cómo los sueños son sueños, creaciones mentales, y nunca verán la luz. Y ahora es cuando digo que este párrafo está cargado de pensamiento positivo, porque analizado con calma, reflexionando cada aserción, uno puede descubrir que la ambición, el egoísmo, el triunfo al fin y al cabo no son sino formas de ir muriendo sin darnos cuenta. Y cuando la vehemencia me conturba yo sólo quiero vivir. Y, mirando a las estrellas, vivo.
 
Y si la mar es el morir (Jorge Manrique dixit) yo me voy a la piscina, porque me gusta mucho estar en remojo, como las lentejas, y no quiero dejar de entender al ser humano. Porque si nos abandonamos, si caemos en abulias y en desidias, leeremos el párrafo anterior como una retahíla de negatividades. Y no es el caso. Pero tampoco es cuestión de que nos resbale. Ni mandar, ni ser mandado. Eso es lo que entiendo como la clave de la felicidad.
 
Permítaseme una apostilla al concepto “mirar a las estrellas”. Es muy bonito mirar a las estrellas. No sólo sirve para enervarse con pensamientos enajenados. Desde aquí animo a todo el mundo a buscar un lugar oscuro y mirar a las estrellas. Y, por favor, tratad de buscar especialmente una, de sexta magnitud, doble y cambiante, que puede verse cerca de la gran estrella de Lira. Muy pronto os diré por qué.