jueves, 31 de enero de 2013

El escaparate (I)

Océanos etéreos, mar en calma,
mi vaporoso cielo en lontananza.
A ras del horizonte, allí, se empalma
el frío azul de un rayo de esperanza
y una honda pretensión: cabal bonanza.
 
Concisa voluntad imprescindible
la próspera existencia en este mundo.
Cual ser humano, no soy infalible
y apelo al ayudante, moribundo,
oculto, subrepticio y vagabundo.
 
¿Quién tenderá su mano? Me pregunto
entre ígneos estertores opresivos,
tratando de soñar, si ese es mi asunto,
como si no tuviera otros motivos,
como si allí estuviera, entre los vivos.
 
Y así, de pronto, siento un estallido.
Mi cerebro no ha muerto, sólo duerme,
tratando de ocultar lo que ha vivido.
Si el mal acecha y él se encuentra inerme…
¡que venga una deidad a socorrerme!

viernes, 25 de enero de 2013

Una palabra

Una palabra: sí.
Un verso encadenado.
Un mundo; cerca, aquí.
Un rostro iluminado.
 
Una palabra: no.
Un ser desfigurado.
Un sueño que lloró.
Un necio trasnochado.
 
Una palabra: ven.
Un cielo imaginado.
Un laberinto, un tren.
Un ir a ningún lado.
 
Una palabra: sal.
Un golpe no encajado.
Un viaje que ha ido mal.
Un ángel ha pecado.
 
Una palabra: tú.
Un cuento que ha acabado.
Un pérfido tabú.
Un fin. Volver. Pasado.

viernes, 11 de enero de 2013

Soneto para un cumpleaños

La rueda de la vida queda expuesta
y avanzas anhelante sus peldaños
cuando, entre perspectiva y desengaños,
te animas a buscar una respuesta.
 
Y libre de ataduras, y dispuesta,
consigues olvidarte de los daños.
Hoy toca celebrar tu cumpleaños,
¿de qué otra forma, si no es una fiesta?
 
Cualquiera puede verse sorprendido,
cualquiera cree decir lo que no ha dicho:
son necios que falsean realidades.
 
Cualquiera ha de callar, si es por olvido;
mas porque sí, por fin o por capricho,
yo te deseo a ti felicidades.

miércoles, 9 de enero de 2013

Soy súper fan de... Espronceda

El Romanticismo es una de esas etapas literarias que más me conmueven: esa pasión por la vida, ese dolor por el constante anhelo de lo inviable, esa angustia por la odiosa realidad… Todos hemos vivido alguna etapa de nuestra existencia de esa forma, sin hallar respuestas a preguntas imposibles de responder. Pero hay respuestas, sí señor. Respuestas tal vez ocultas entre líneas, entre versos más bien, de uno de los más grandes poetas españoles de todos los tiempos (y esto sin dejarme llevar por la opinión personal; si lo hago, el mejor), aquel que respondía por el nombre de José de Espronceda.
 
Todo el mundo conoce la Canción del pirata, un canto a la libertad, un empeño por llegar más allá, una búsqueda constante de superación… Me gustaría mencionar también el “Canto a Teresa”, recogido en El Diablo Mundo, pues es una de las más bonitas manifestaciones de amor que he leído nunca. Pero, sobre todo, me veo en la necesidad de destacar otro de sus poemas. A veces, cuando mi infante interior lucha por crear la mejor poesía jamás creada (deseo que desaparece al volver a la razón), mi base de datos cerebral me recuerda que no va a ser posible, porque ya está escrita: A Jarifa en una orgía. He aquí unos fragmentos:
 
Trae, Jarifa, trae tu mano,
ven y pósala en mi frente,
que en un mar de lava hirviente
mi cabeza siento arder.
Ven y junta con mis labios
esos labios que me irritan,
donde aún los besos palpitan
de tus amantes de ayer.
[…]
Yo quiero amor, quiero gloria,
quiero un deleite divino,
como en mi mente imagino,
como en el mundo no hay;
y es la luz de aquel lucero
que engañó mi fantasía,
fuego fatuo, falso guía
que errante y ciego me tray.
[…]
Mujeres vi de virginal limpieza
entre albas nubes de celeste lumbre;
yo las toqué, y en humo su pureza
trocarse vi, y en lodo y podredumbre.
[…]
Muere, infeliz: la vida es un tormento,
un engaño el placer; no hay en la tierra
paz para ti, ni dicha, ni contento,
sino eterna ambición y eterna guerra.
[…]
Ven, Jarifa; tú has sufrido
como yo; tú nunca lloras;
mas, ¡ay triste!, que no ignoras
cuán amarga es mi aflicción.
Una misma es nuestra pena,
en vano el llanto contienes…
tú también, como yo, tienes
desgarrado el corazón.
 
Una desoladora historia de cómo buscamos los mayores placeres y, una vez alcanzados, nos damos cuenta de que no son suficientes; la imaginación siempre irá mucho más allá. Una demostración, enmarcada dentro de una historia de amor, de cómo el ser humano nunca está contento con lo que tiene y siempre desea lo que no puede poseer. Un descubrimiento fatal, donde los placeres que nos producen los éxitos aparentes acaban transformándose en aberraciones que repudiamos porque no son lo que queríamos. La vida misma.

martes, 8 de enero de 2013

Tú eres una nube que vegeta

Tú eres una nube que vegeta,
informe y multiforme a tiempo medio,
que arrinconar quisiera siempre al tedio,
luchando por llegar a alguna meta.

Y nube, en su estatismo pero inquieta,
pretende poner fin, plasmar remedio,
librarse para siempre de su asedio
y en algazara huir a otro planeta.

Tú eres buena suerte donde hay trece.
Tú eres personaje de novela;
improvisado ser, o eso parece.

Te olvidas de moverte con cautela:
tú eres como el Sol cuando amanece,
iluminando todo con su estela.

viernes, 4 de enero de 2013

What hath God wrought?

Ralentizando mi paso, te busco entre la gente. Te siento cerca, tanto que casi puedo alzar mi voz para que llegue a tus oídos mi mensaje. Allí estás. Me acerco. Te miro, pero tú no me miras. Y no lo haces porque tus ojos permanecen fijos en el progreso. ¡A la mierda el progreso!
 
Vamos a viajar juntos al pasado, donde cualquier tiempo fue mejor. Volemos, por ejemplo, al 24 de mayo de 1844. Por aquel tiempo se llevaba mucho más el leer la Biblia. Uno de los que lo hacían con vehemencia (pero supongo que sin que llegara a conturbarle) era Samuel Finley Breese Morse. Un bendito americano para unos, un Dios entre los hombres tal vez para nadie, pero hay que dar importancia al oblicuo tema que quiero tratar. Pues bien, encontrábase nuestro amigo Samuel buscando un legado abstruso para la eternidad cuando dio con esta cita bíblica, por supuesto de su versión del Rey Jaime (o Jacobo, que es más gracioso) que se puede leer en Números 23, 23:
 
Surely there is no enchantment against Jacob, neither is there any divination against Israel: according to this time it shall be said of Jacob and of Israel, What hath God wrought!
 
Y se hizo la luz en su cabeza. Porque, antes, el marketing consistía en ser culto; era menos peligroso ser un erudito que no serlo. Corto la comparación para no herir sensibilidades presentes. El caso es que le debió gustar el mensaje porque, después de haber hecho alguna prueba que otra, este citado día llevó las cuatro últimas palabras desde Baltimore al Capitolio, en Washington, de forma instantánea, gracias al telégrafo. Proeza que podemos calificar de revolucionaria y, como toda proeza revolucionaria, tendría repercusiones futuras.
 
Muy bien, Samuel. Ahora es posible, gracias a ti, la comunicación instantánea con cualquier parte del mundo. ¿Qué nos ha traído Dios?, te preguntabas. Pues yo te contesto: el fin de la comunicación humana. De la comunicación, del trato, del intercambio de lo que sea o de las relaciones sociales. Me niego a creer que se potencian gracias a la tecnología que, hoy día, me permiten decirte “hola” mientras me encuentro en tan indecorosa situación como es la de la evacuación (corporal, se entiende). Estoy de acuerdo en que es bonito hablar con alguien que está a miles de kilómetros, sobre todo si ese alguien manifiesta algún tipo de deseo de oír lo que su lejano interlocutor quiere decirle. Pero que nos hemos desviado tremebundamente de la parte bonita del progreso es un hecho. Si yo digo “hola”, espero recibir un “hola” a cambio. Y eso es lo que obtengo cuando saludo a alguien en persona. Ahora bien, si yo digo “hola” utilizando alguno de los aparatos que el progreso nos ha querido facilitar hay un sinfín de posibilidades estúpidas por respuesta: una imagen graciosa de un mono fumando o bebiendo su propio orín, una canción de los Beatles remezclada por alguno de esos pseudomúsicos que se hacen llamar DJs, un vídeo de la última riada que asoló las calles de un pueblo perdido en lo más recóndito del hinterlad de Kuala Lumpur…
 
No negaré que yo también me siento atraído a veces por estos menesteres. Si no lo digo resultaría paradójico, teniendo en cuenta el soporte que estoy utilizando para comunicar estas palabras. Pero me duele pensar que así es como se acaba el cuento. Llegará un día, si no lo ha hecho ya, que no sepamos con quién estamos hablando, teniendo a la persona delante y reticente a abrirnos su corazón si no es a través del progreso. ¡A la mierda el progreso!

jueves, 3 de enero de 2013

Mis noches, mis sueños

Me encuentro descentrado
buscando rojas rosas,
paralizado alfil
de perlas lastimosas.
 
Mi reino redundante
de llantos y de penas
perfila perversiones
manipulando escenas.
 
El tiempo y la distancia
omiten realidades
y basan su ilusión
en credos, no en verdades.
 
Abstractos manifiestos
mentidos y pequeños
salpican mi pasado:
son mis noches, mis sueños.