domingo, 29 de diciembre de 2013

La chica de las tribulaciones (II)

Cual Terpsícore volátil
embaucaba mi recelo
ante un abandono errátil
al trasiego de su vuelo,
avidez mordaz, versátil,
que sin calma y sin consuelo
derrumbaba mis barreras
con sus palabras primeras.

Me asediaba mi tormento
a cada latido dado,
y un fulgor, un nuevo invento
atacaba mi pasado
con su danza, firmamento
poseído y desmarcado
de los premios y los méritos,
de futuros y pretéritos.

Sin embargo, presa errante
de dualismo y circunloquio,
en su danza allá un desplante,
una tapia en el coloquio,
cercanía, mas distante,
cual si fuera un soliloquio
que nos junta y nos separa
siendo víctimas de Mara.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

La chica de las tribulaciones (I)

Ráfagas de un arquetipo
almidonado y selecto,
un sin más, un prototipo
de delirio sin afecto,
tres suspiros, sueños, hipo
trasnochado. Fue perfecto
comprender al ser viviente
renacido en el presente.

Lluvia cándida, goteo
remachado con visiones
alocadas, contoneo
deficiente. Tentaciones
que se calman sin Orfeo,
presas por tribulaciones
que sus ojos preconizan
y a sus pasos armonizan.

¡Ah! La brisa en la mañana
salpicando de hermosura
su cabello, mi desgana,
y un atisbo de locura.
¡Ah! Su voz era una nana,
su vehemencia fina, pura,
y su ser, como un embrujo,
al instante me sedujo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Buscando en Google

Octubre. Madrugada.
¿Es viernes? ¿Martes? ¿Lunes?
Mi séquito: runrunes
de lírica importada
del norte, de Alemania,
que brotan mi vesania.
¡Ah! Placeres comunes,
mudanza completada
(de ordinario cargada
de tormentos impunes).

Me empapo de progreso
siguiendo a la caterva,
y una gentil Minerva
me niega su embeleso.
Ya es demasiado tarde
para implorar su alarde.
Desde el monte me observa
impidiendo el proceso:
yo mendigo su beso
pero obtengo reserva.

La moderna vidriera,
con su níveo teñido,
acompaña al sonido
de un solista cualquiera
cuyo acento medroso
deteriora el hermoso
placer no complacido
de andar a la ligera,
como si amaneciera
buscando lo prohibido.

viernes, 7 de junio de 2013

Spleen nº3

Se barrunta terremoto
cuando ruge su garganta
y vendavales levanta
de algún céfiro remoto.
 
De su boca color malva
brotan férreas ironías,
elocuentes tonterías
de las que nadie se salva.
 
No se sientan ofendidos.
Todo es risa, todo es facha
cuando a gusto se despacha
con elogios y cumplidos.
 
El rubor se justifica
cada vez que abre la boca;
su fantasía desboca
adjetivos que no aplica.
 
¡Pobre viejo en su congoja!
En el fondo es alguien bueno
al que nadie puso freno
y hace lo que se le antoja.

martes, 4 de junio de 2013

Spleen nº2

Porque vende sonrisas
si acaricia su pelo,
porque fluye en el vuelo
de algún mártir con prisas,
 
porque teje bailando
cuando frágil se asoma
al compás de una broma
que se viene enredando.
 
Tiene dos voliciones:
repartir esperanza
cuando nadie la alcanza
y robar emociones.
 
Si no logra su empresa
se devana los sesos
y reparte sus besos
cuando así lo sopesa.
 
Ya se arrima a tu vera…
¡que no pase de largo!
Su fulgor se hace amargo
cuando nadie la espera.
 
Es capaz de emerger de un pensamiento
y olvidar su existencia con el viento.
 
Puede ver a través de nuestros ojos
y otorgar su placer o sus abrojos.
 

Spleen nº1

La baronesa está hastiada,
¡no le respetan el celo!
Sólo le queda el consuelo
de no quedarse estancada.
 
“El cóctel no sabe a nada”,
es lo que piensa un muchacho
después de sufrir empacho
por la cerveza templada.
 
A su espalda, rezagada,
la voz del entendimiento
con quebrado filamento
ha de quedarse callada.
 
Ya ha cruzado la mirada;
cree sentirse victorioso
sin saber que al ser hermoso
juega al fuego con espada.
 
La baronesa, encantada,
despliega sus aptitudes,
reclamando las virtudes
de subida… y de bajada.

¿Cuándo la poesía dejó de ser poesía? (II)

Me vendo a un sueño nuevo cada noche
sumido en el refugio del desvelo
y así pretendo ver cambiar de rumbo
las luces que clarean en el cielo.
 
¡Te grito en el silencio, oh progreso,
dador de inquina, vicio y corruptela!
Tan lejos has dejado la belleza…
Tan lejos que su mente ya no vuela.
 
Escucho un eco tenue, una caricia
que viene de asperjar su idiosincrasia
y allá me aferro, raudo, ilusionado,
para no sucumbir a la eutanasia.

jueves, 16 de mayo de 2013

El olvido

Tras el dolor, el olvido.
Tras el recuerdo, la nada.
En esta noche estrellada
vuelvo a ti, y soy diferente.
Ya no reclamo tu verbo,
ya no te siento divina,
mi pena ya no imagina
que te encuentra entre la gente.
 
Personaje de ficción,
te siento distorsionada,
hoy tu luz está apagada…
¿algún día tuvo brillo?
Bien parece que no hay lágrimas.
Descorramos la cortina
que, al doblar alguna esquina
¡ya caeré en otro bordillo!

miércoles, 15 de mayo de 2013

El viento disfrazado de sonrisa

El viento disfrazado de sonrisa
susurra un tenue atisbo de ternura,
traspuesto y trasnochado de hermosura.
Navega solo, pues no tiene prisa.
 
Se embriaga de un licor que no le avisa
y ve escapar de pronto su cordura.
Dispuesto a no guardar la compostura
maldice y grita y llora e improvisa.
 
Se queja de sus logros y sus vicios,
derriba parapetos ancestrales
y tergiversa rito y sacrificios.
 
Construye nuevos muros entre iguales
por ver al hombre lleno de prejuicios
y con su verbo ahuyenta al fin sus males.

miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Cuándo la poesía dejó de ser poesía?

Aquellos que escaparon al desánimo
malviven construyendo madrugadas.
La musa de los cuentos inconclusos
vuela otra vez en jaulas trasnochadas.
 
Cabello otrora rubio, uniformado,
en tiempos luz del alba, sinfonía
perfectamente fiel, sin desencuentros,
pues de la perfección no se salía.
 
Y viendo que hoy sucumben al abismo
de alguna que otra estela enmarañada,
me queda emprender, solo, nueva búsqueda
de este rigor del alma encadenada.

martes, 26 de febrero de 2013

Un niño juega en un parque

Un niño juega en un parque,
fugaz. Fugaz y discreto
como el lucero del alba,
lejos de verse obsoleto.
Y dondequiera que embarque
su volición por bandera,
su risa eterna, tez malva
y su rubia enredadera.
 
Ser efímero y eterno,
lego en el desasosiego,
experto despreocupado,
de dolores y odios ciego,
¡para ti nunca hay invierno!
No haces mal, tú nunca lloras
pues careces de pasado:
tus recuerdos, tus auroras.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Tal vez...

No se si me recuerdas al pasado
o soy la luz de un astro que, apagado,
no encuentra quien le de renacimiento,
porque quiero sentir y ya no siento.
 
Tal vez, si no te hubiese conocido,
no entendería nunca lo vivido;
no lloraría lágrimas marchitas
ni gritaría frases nunca escritas.
 
Tal vez es que me gustas, lo sospecho,
pero mi corazón no da derecho.
Se mantiene aprensivo, receloso,
cuando antes era afable y dadivoso.
 
Yo, que di tanto por otros amores,
¿he de sufrir por siempre estos dolores?
¡Que mi sombra se aparte urgentemente
pues creo que he tenido suficiente!
 
Tal vez nunca me atreva a reclamarte
o nunca te presente mi estandarte
como otras veces hice, y de recuerdo
no me quedó otro horror que un desacuerdo.
 
Tal vez ya nunca pueda reponerme
o tú no exhales éxtasis al verme…
Si mi alma ya no sabe si respira,
¿no deseará soñar una mentira?

domingo, 10 de febrero de 2013

Cada ósculo ruge urgente

Aunque no sepa si existes
o si existo yo siquiera,
aunque el muro no lo fuera
y vistiera mis despistes,
aunque sigas eludiendo
desplegar tu verborrea;
aunque ya nadie me lea,
mi promesa estoy cumpliendo.
 
Me disfrazo de sonrisas
aunque tus recuerdos pesan
y, al instante, me embelesan
caricaturas precisas.
Una burla, un mentidero
que fomenta nuevas quejas;
niñas, jóvenes y viejas…
no son tú. Yo no las quiero.
 
¿No es fatal, hoy, mi castigo?
Expulsado de mi tierra,
ni verdugo en nuestra guerra
ni una víctima, ni amigo,
ni siquiera indiferente,
pues no se si estás contenta,
triste o muerta, y esta afrenta
duele, y yo sin confidente.
 
¡Es tan duro despertarse
cuando el corazón anhela
lágrimas de una candela
y no hay nada a qué aferrarse!
Si no hay lícita reunión
dame al menos una prueba,
no permitas que me llueva
y repón mi corazón.

martes, 5 de febrero de 2013

Mi camarera

¡Cómo devengas, mágica, tus fueros!
¡Qué irremisibles siento tus poderes!
No bregas por mandato si no quieres
ni enhebras tus asertos verdaderos.
 
Percutes con tus ecos placenteros
el verbo que sacuden otros seres
vertiendo así tu luz de pareceres.
Día tras día, pasan los febreros.
 
Envuelta en merodeos accesorios
no hay hueco para quejas ni reproches,
partícipe quizás de otros jolgorios.
 
Disfrazas de adalides a fantoches
vendiendo sentimientos ilusorios.
Día tras día, tristes son tus noches.

sábado, 2 de febrero de 2013

Mirar a las estrellas

La vehemencia no siempre me conturba. Mi mente no vaga demente continuamente, tal vez en cierto momento cuando, incierto, lento, acierto a dejarme llevar por la defenestración y el rubor. Aunque cada vez me pasa menos. ¿Será el fin de mis reflexiones? Lo dudo mucho; mi cabeza se carga de abrojos continuamente. Por eso es bueno evadirse de vez en cuando y mirar a las estrellas.
 
Es muy sencillo. Hay que apuntar hacia arriba, más allá de zaguanes, balaustradas y techumbres. Hay que sobrepasar troposferas, estratosferas, mesosferas y demás “feras”. Hay que dejar atrás satélites, asteroides y planetas, incluso nuestro querido Sol (¿qué sería de nosotros sin ti?). Y mucho más allá, pero no tan lejos como los límites de la estupidez humana, están las estrellas. Pequeños haces de luz que, desde el suelo, se tapan con la sombra de una sombra. ¿Lo tenemos? Bien. Ahora yo pregunto: enmarcados en esa escala de la existencia, ¿aún te preocupa el dinero? ¿Te molesta una mala palabra de un congénere? ¿Sigues preocupándote por conseguir ese “algo” que, una vez logrado, no saciará tu ardor? En serio, ¿te crees que “mañana” serás feliz? Voy a regalar una palabra a quien la quiera: AHORA.
 
Ahora es el momento. Salvo que estés parado en un semáforo. Ahí vas a tener que esperar a que se ponga verde. En cualquier otro caso… ahora. Ahora se presenta la oportunidad para darte cuenta de que eres insignificante, de que todos tus éxitos serán olvidados, de que por cada sonrisa que recibas tendrás que contemplar cien miradas de odio, de descubrir cómo los sueños son sueños, creaciones mentales, y nunca verán la luz. Y ahora es cuando digo que este párrafo está cargado de pensamiento positivo, porque analizado con calma, reflexionando cada aserción, uno puede descubrir que la ambición, el egoísmo, el triunfo al fin y al cabo no son sino formas de ir muriendo sin darnos cuenta. Y cuando la vehemencia me conturba yo sólo quiero vivir. Y, mirando a las estrellas, vivo.
 
Y si la mar es el morir (Jorge Manrique dixit) yo me voy a la piscina, porque me gusta mucho estar en remojo, como las lentejas, y no quiero dejar de entender al ser humano. Porque si nos abandonamos, si caemos en abulias y en desidias, leeremos el párrafo anterior como una retahíla de negatividades. Y no es el caso. Pero tampoco es cuestión de que nos resbale. Ni mandar, ni ser mandado. Eso es lo que entiendo como la clave de la felicidad.
 
Permítaseme una apostilla al concepto “mirar a las estrellas”. Es muy bonito mirar a las estrellas. No sólo sirve para enervarse con pensamientos enajenados. Desde aquí animo a todo el mundo a buscar un lugar oscuro y mirar a las estrellas. Y, por favor, tratad de buscar especialmente una, de sexta magnitud, doble y cambiante, que puede verse cerca de la gran estrella de Lira. Muy pronto os diré por qué.

jueves, 31 de enero de 2013

El escaparate (I)

Océanos etéreos, mar en calma,
mi vaporoso cielo en lontananza.
A ras del horizonte, allí, se empalma
el frío azul de un rayo de esperanza
y una honda pretensión: cabal bonanza.
 
Concisa voluntad imprescindible
la próspera existencia en este mundo.
Cual ser humano, no soy infalible
y apelo al ayudante, moribundo,
oculto, subrepticio y vagabundo.
 
¿Quién tenderá su mano? Me pregunto
entre ígneos estertores opresivos,
tratando de soñar, si ese es mi asunto,
como si no tuviera otros motivos,
como si allí estuviera, entre los vivos.
 
Y así, de pronto, siento un estallido.
Mi cerebro no ha muerto, sólo duerme,
tratando de ocultar lo que ha vivido.
Si el mal acecha y él se encuentra inerme…
¡que venga una deidad a socorrerme!

viernes, 25 de enero de 2013

Una palabra

Una palabra: sí.
Un verso encadenado.
Un mundo; cerca, aquí.
Un rostro iluminado.
 
Una palabra: no.
Un ser desfigurado.
Un sueño que lloró.
Un necio trasnochado.
 
Una palabra: ven.
Un cielo imaginado.
Un laberinto, un tren.
Un ir a ningún lado.
 
Una palabra: sal.
Un golpe no encajado.
Un viaje que ha ido mal.
Un ángel ha pecado.
 
Una palabra: tú.
Un cuento que ha acabado.
Un pérfido tabú.
Un fin. Volver. Pasado.

viernes, 11 de enero de 2013

Soneto para un cumpleaños

La rueda de la vida queda expuesta
y avanzas anhelante sus peldaños
cuando, entre perspectiva y desengaños,
te animas a buscar una respuesta.
 
Y libre de ataduras, y dispuesta,
consigues olvidarte de los daños.
Hoy toca celebrar tu cumpleaños,
¿de qué otra forma, si no es una fiesta?
 
Cualquiera puede verse sorprendido,
cualquiera cree decir lo que no ha dicho:
son necios que falsean realidades.
 
Cualquiera ha de callar, si es por olvido;
mas porque sí, por fin o por capricho,
yo te deseo a ti felicidades.

miércoles, 9 de enero de 2013

Soy súper fan de... Espronceda

El Romanticismo es una de esas etapas literarias que más me conmueven: esa pasión por la vida, ese dolor por el constante anhelo de lo inviable, esa angustia por la odiosa realidad… Todos hemos vivido alguna etapa de nuestra existencia de esa forma, sin hallar respuestas a preguntas imposibles de responder. Pero hay respuestas, sí señor. Respuestas tal vez ocultas entre líneas, entre versos más bien, de uno de los más grandes poetas españoles de todos los tiempos (y esto sin dejarme llevar por la opinión personal; si lo hago, el mejor), aquel que respondía por el nombre de José de Espronceda.
 
Todo el mundo conoce la Canción del pirata, un canto a la libertad, un empeño por llegar más allá, una búsqueda constante de superación… Me gustaría mencionar también el “Canto a Teresa”, recogido en El Diablo Mundo, pues es una de las más bonitas manifestaciones de amor que he leído nunca. Pero, sobre todo, me veo en la necesidad de destacar otro de sus poemas. A veces, cuando mi infante interior lucha por crear la mejor poesía jamás creada (deseo que desaparece al volver a la razón), mi base de datos cerebral me recuerda que no va a ser posible, porque ya está escrita: A Jarifa en una orgía. He aquí unos fragmentos:
 
Trae, Jarifa, trae tu mano,
ven y pósala en mi frente,
que en un mar de lava hirviente
mi cabeza siento arder.
Ven y junta con mis labios
esos labios que me irritan,
donde aún los besos palpitan
de tus amantes de ayer.
[…]
Yo quiero amor, quiero gloria,
quiero un deleite divino,
como en mi mente imagino,
como en el mundo no hay;
y es la luz de aquel lucero
que engañó mi fantasía,
fuego fatuo, falso guía
que errante y ciego me tray.
[…]
Mujeres vi de virginal limpieza
entre albas nubes de celeste lumbre;
yo las toqué, y en humo su pureza
trocarse vi, y en lodo y podredumbre.
[…]
Muere, infeliz: la vida es un tormento,
un engaño el placer; no hay en la tierra
paz para ti, ni dicha, ni contento,
sino eterna ambición y eterna guerra.
[…]
Ven, Jarifa; tú has sufrido
como yo; tú nunca lloras;
mas, ¡ay triste!, que no ignoras
cuán amarga es mi aflicción.
Una misma es nuestra pena,
en vano el llanto contienes…
tú también, como yo, tienes
desgarrado el corazón.
 
Una desoladora historia de cómo buscamos los mayores placeres y, una vez alcanzados, nos damos cuenta de que no son suficientes; la imaginación siempre irá mucho más allá. Una demostración, enmarcada dentro de una historia de amor, de cómo el ser humano nunca está contento con lo que tiene y siempre desea lo que no puede poseer. Un descubrimiento fatal, donde los placeres que nos producen los éxitos aparentes acaban transformándose en aberraciones que repudiamos porque no son lo que queríamos. La vida misma.

martes, 8 de enero de 2013

Tú eres una nube que vegeta

Tú eres una nube que vegeta,
informe y multiforme a tiempo medio,
que arrinconar quisiera siempre al tedio,
luchando por llegar a alguna meta.

Y nube, en su estatismo pero inquieta,
pretende poner fin, plasmar remedio,
librarse para siempre de su asedio
y en algazara huir a otro planeta.

Tú eres buena suerte donde hay trece.
Tú eres personaje de novela;
improvisado ser, o eso parece.

Te olvidas de moverte con cautela:
tú eres como el Sol cuando amanece,
iluminando todo con su estela.

viernes, 4 de enero de 2013

What hath God wrought?

Ralentizando mi paso, te busco entre la gente. Te siento cerca, tanto que casi puedo alzar mi voz para que llegue a tus oídos mi mensaje. Allí estás. Me acerco. Te miro, pero tú no me miras. Y no lo haces porque tus ojos permanecen fijos en el progreso. ¡A la mierda el progreso!
 
Vamos a viajar juntos al pasado, donde cualquier tiempo fue mejor. Volemos, por ejemplo, al 24 de mayo de 1844. Por aquel tiempo se llevaba mucho más el leer la Biblia. Uno de los que lo hacían con vehemencia (pero supongo que sin que llegara a conturbarle) era Samuel Finley Breese Morse. Un bendito americano para unos, un Dios entre los hombres tal vez para nadie, pero hay que dar importancia al oblicuo tema que quiero tratar. Pues bien, encontrábase nuestro amigo Samuel buscando un legado abstruso para la eternidad cuando dio con esta cita bíblica, por supuesto de su versión del Rey Jaime (o Jacobo, que es más gracioso) que se puede leer en Números 23, 23:
 
Surely there is no enchantment against Jacob, neither is there any divination against Israel: according to this time it shall be said of Jacob and of Israel, What hath God wrought!
 
Y se hizo la luz en su cabeza. Porque, antes, el marketing consistía en ser culto; era menos peligroso ser un erudito que no serlo. Corto la comparación para no herir sensibilidades presentes. El caso es que le debió gustar el mensaje porque, después de haber hecho alguna prueba que otra, este citado día llevó las cuatro últimas palabras desde Baltimore al Capitolio, en Washington, de forma instantánea, gracias al telégrafo. Proeza que podemos calificar de revolucionaria y, como toda proeza revolucionaria, tendría repercusiones futuras.
 
Muy bien, Samuel. Ahora es posible, gracias a ti, la comunicación instantánea con cualquier parte del mundo. ¿Qué nos ha traído Dios?, te preguntabas. Pues yo te contesto: el fin de la comunicación humana. De la comunicación, del trato, del intercambio de lo que sea o de las relaciones sociales. Me niego a creer que se potencian gracias a la tecnología que, hoy día, me permiten decirte “hola” mientras me encuentro en tan indecorosa situación como es la de la evacuación (corporal, se entiende). Estoy de acuerdo en que es bonito hablar con alguien que está a miles de kilómetros, sobre todo si ese alguien manifiesta algún tipo de deseo de oír lo que su lejano interlocutor quiere decirle. Pero que nos hemos desviado tremebundamente de la parte bonita del progreso es un hecho. Si yo digo “hola”, espero recibir un “hola” a cambio. Y eso es lo que obtengo cuando saludo a alguien en persona. Ahora bien, si yo digo “hola” utilizando alguno de los aparatos que el progreso nos ha querido facilitar hay un sinfín de posibilidades estúpidas por respuesta: una imagen graciosa de un mono fumando o bebiendo su propio orín, una canción de los Beatles remezclada por alguno de esos pseudomúsicos que se hacen llamar DJs, un vídeo de la última riada que asoló las calles de un pueblo perdido en lo más recóndito del hinterlad de Kuala Lumpur…
 
No negaré que yo también me siento atraído a veces por estos menesteres. Si no lo digo resultaría paradójico, teniendo en cuenta el soporte que estoy utilizando para comunicar estas palabras. Pero me duele pensar que así es como se acaba el cuento. Llegará un día, si no lo ha hecho ya, que no sepamos con quién estamos hablando, teniendo a la persona delante y reticente a abrirnos su corazón si no es a través del progreso. ¡A la mierda el progreso!

jueves, 3 de enero de 2013

Mis noches, mis sueños

Me encuentro descentrado
buscando rojas rosas,
paralizado alfil
de perlas lastimosas.
 
Mi reino redundante
de llantos y de penas
perfila perversiones
manipulando escenas.
 
El tiempo y la distancia
omiten realidades
y basan su ilusión
en credos, no en verdades.
 
Abstractos manifiestos
mentidos y pequeños
salpican mi pasado:
son mis noches, mis sueños.