sábado, 29 de diciembre de 2012

Las prisas me conmueven las entrañas

Las prisas me conmueven las entrañas.
Si grito, todo son recuerdos vanos
de opuestos desmedidos y de hermanos
que siguen recordando dos Españas.
 
¡Qué diferente música, la risa!
¡Qué oculta, entre tinieblas, la alegría!
Las lágrimas enjuagan la porfía
de un pobre pecador que nunca avisa.
 
Me acuerdo –y te repaso en este verso–
de ti, de todo el tiempo que ha pasado
desde que decidimos dar de lado
al Ser. Tú, tan creyente; yo, converso.
 
Testigos de una tensa transición
tildada en tiempos de acto intransigente,
mal recordada, y vuelta nuevamente
a magnitudes de imaginación.
 
Siquiera eludo hablar con otros nombres
al despertarme ajeno a todo aquello
relacionado con lo feo o bello
y has de saber: no dejo que me asombres.

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