lunes, 3 de diciembre de 2012

El púber (parte II)

Y grita, y pide al cielo un sentimiento,
pues mudo se quedó.
Tratando de entender su descontento,
sin obtener respuesta se alejó
confuso, quedo, lento.
 
Maldice hoy día eterno sufrimiento:
¿qué fue lo que pasó?
Tal vez no le atrapara su lamento,
tal vez lo que llamaba amor voló
y no estaba contento.
 
Maldice y, sin embargo, todo en vano.
No puede despertar,
su sueño ya no alcanza nada humano,
no hay ánimas ni musas que aferrar,
ni luz ni amiga mano.
 
Espera retornar, cual viento altano,
y lágrimas borrar,
transformado su rostro en veterano.
Maldice, pero espera retornar,
salir de su pantano.
 
En negro hastío nada, y su niñez
se marcha, abandonándole a su suerte.
A veces crece en calma y sensatez
pero otras veces, púber, se divierte,
tratando de evitar la madurez,
creyéndose colmado, henchido, fuerte,
repleto de visiones asombrosas
que son visiones necias, peligrosas.
 
Avanza deambulante, frente en alto,
su propia iniquidad ahora le exhorta
a no ser perdedor en este asalto.
Ya no quiere nadar, ya nada importa,
y, sin embargo, siente que está falto
de todo. Nada ya le reconforta.
Avanza deambulante y, en su mente,
no sabe si el futuro está presente.
 
¿Qué fue del niño que jugaba antaño
a cortejar amores imposibles?
El tiempo le ha dejado solo, huraño,
carente de deseos perceptibles.
Ahora el recuerdo le parece extraño,
se ve llorando llantos invisibles
que empañan su memoria desgastada:
de todo lo que fue, no quedó nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario